domingo, 16 de octubre de 2011

RESPIRACION

Respirar es un acto inconsciente e involuntario. Como los latidos del corazón o la transmisión de sensaciones a través de los nervios, la respiración se realiza sola, sin que tengamos que pensar en ella.


Pero el aire que ingresa al cuerpo por medio de la respiración es el que nutrirá nuestro organismo, y su ritmo es otro de los factores que, como la postura corporal y los gestos de las manos, puede trabajarse y perfeccionarse para que facilite la meditación y nuestra comunicación con el Universo.

La respiración es un proceso que se divide en cuatro partes:

1) Inspiración
2) Pausa post-inspiratoria
3) Exhalación
4) Pausa post-exhalación


Esto se llama "ciclo respiratorio", y la velocidad con que sus etapas se suceden marca el ritmo respiratorio. La actividad física y la excitación emocional lo aceleran: cuando nos asustamos respiramos más rápido y más fuerte que cuando estamos calmados.

La meditación se favorece de un ritmo sereno, incluso más lento que el usual. De la misma manera que es importante suspender las idas y venidas del pensamiento y los movimientos físicos, la respiración debe volverse tan lenta como sea posible. De este modo, el aire que ingresa al organismo puede expandirse por todo el cuerpo; cuando la exhalación sucede demasiado rápido, no se le da el tiempo necesario para ir más allá de la parte baja de los pulmones.

Así es como el ritmo respiratorio normal ni siquiera llena completamente de aire los pulmones. Este tipo de respiración se llama torácica y es la que realizamos inconscientemente.

Volvernos conscientes de nuestra respiración, entonces, es lograr una respiración más profunda, que llene la totalidad de los pulmones. Sólo cuando el aire viaja hasta el último rincón de nuestro cuerpo podemos relajarnos y alcanzar un estado mental alfa, propio de la meditación.

Durante la respiración no sólo ingresa a nuestro cuerpo aire (y con él, energía positiva), sino que también nos deshacemos del dióxido de carbono (y con él, de las toxinas espirituales y emocionales que albergamos). 

Respirar es, básicamente, dejar que entre algo puro y sano y que salga todo lo sucio: las emociones negativas, el pesimismo, el dolor, la tristeza, la pena. Cuando la respiración se profundiza, el cuerpo se va relajando y deshaciéndose de todos los sentimientos nocivos.

De la misma manera que es necesario practicar la postura corporal,  la respiración profunda debe ensayarse y perfeccionarse antes de empezar a meditar. Para lograr esto, es útil realizar por una semana un ejercicio de respiración abdominal, y la semana siguiente realizar un ejercicio de respiración y visualización. Ambos son muy sencillos; el primero nos enseña a respirar profundamente y el segundo, a trabajar el aspecto espiritual de la respiración.


Consultar el siguiente video.

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